Tres creencias sobre la meditación

Fotografía: Cristian Hurtado
Autora: Manuela Ramírez, politóloga y coordinadora de monitoreo y evaluación del proyecto La voz de dos murales de la Fundación Prolongar.

Durante estos meses de confinamiento estuve recordando (y añorando) algunos de los ejercicios de conciencia plena y meditación trabajados por la Fundación en diferentes escenarios en los que había participado. A raíz de esto, tuve curiosidad de aprender más sobre estos temas para ponerlos en práctica en mi hogar. Al parecer no fui la única, Google Trends registró un incremento en las búsquedas de las palabras “meditación” y “yoga” y su correlación con palabras como “ansiedad” y “depresión” durante el primer semestre de 2020 en comparación con las búsquedas de los mismos términos a finales del segundo semestre de 2019, antes del confinamiento mundial producto de la pandemia del COVID-19 [1]. 

Aunque cada vez más personas alrededor del mundo aumentan su interés en el tema, incluso, se animan a practicar alguna técnica de meditación, todavía a nivel personal encontraba cierta resistencia para practicarla. Debido a esta sensación, quise identificar algunas creencias que tenía sobre la práctica y profundizar sobre qué tan ciertas son. En esta entrada de blog comparto algunos hallazgos y reflexiones al respecto.

  1. Hay que ser experimentado para disfrutar los beneficios de la meditación: esta creencia proviene de la idea de que la meditación es una práctica antigua llena de complejidades y misterios que solo pueden dominar personas experimentadas como los monjes budistas o los maestros yoguis. En realidad, todas las personas podemos meditar y no existe una única manera de hacerlo. Se han realizado estudios científicos con personas que no tienen ninguna experiencia en técnicas de meditación y se ha encontrado que, tras un periodo de entrenamiento, empiezan a experimentar diferentes beneficios de esta práctica.  

Los cambios reportados en estos estudios se dan en tres niveles: cognitivo, físico y psicológico. Estos tres niveles están interconectados y se influencian entre sí. A nivel cognitivo, las prácticas de meditación han reportado cambios en los niveles de atención, la regulación emocional y la conciencia de sí mismo [2].  

A nivel físico, se reporta la reducción en la producción de la hormona del estrés (cortisol) [2]. También hay estudios que señalan cambios perceptibles en el grosor de la estructura cortical del cerebro [3], lo cual tiene el potencial de desacelerar el proceso de deterioro cognitivo y prevenir las enfermedades asociadas a este. 

Finalmente, a nivel psicológico, se reporta una mayor regulación en el sistema automático de pensamiento, permitiéndole al practicante anclarse al momento presente dejando aquellos pensamientos repetitivos, usuales en los episodios de ansiedad y depresión [3; 4; [5]. Adicionalmente, algunos estudios como el de Weng, H. Y., et al [6] han señalado efectos en los sentimientos de compasión en los practicantes. 

  1. Al meditar hay que buscar poner la mente “en blanco”: existe la creencia de que para meditar se debe buscar un estado en el que la mente esté en completo silencio. Esto no funciona así para efectos prácticos. La revista Nature [2] sugiere que existen tres etapas por las que atraviesa una persona en su práctica o adquisición de la habilidad de meditar:  1. Una etapa temprana en donde el individuo se encuentra con todo lo contrario a un espacio “en blanco” o “en silencio”. Este debe de enfrentarse a una corriente de pensamientos, muchas veces sin conexión, que se presentan sin parar en su mente consciente. 2. Una etapa intermedia en la que el individuo empieza a regular esta corriente de pensamientos a través de la atención sin juicio, en otras palabras, observa sus pensamientos y los deja transcurrir por su mente consciente, muchas veces apoyado en la respiración como ancla al momento presente. 3. Una etapa avanzada en la que el individuo logra con facilidad entrar en estados de concentración profundos [3]. El cerebro es como un músculo, uno puede entrenarlo para hacerlo más fuerte. Es a través del ejercicio de la observación y del no-juicio que el practicante puede avanzar a su propio ritmo, no necesariamente buscando poner la mente “en blanco”. 
  2. Se necesitan largos períodos de meditación para obtener resultados: algunas personas insisten en que no cuentan con el suficiente tiempo para dedicarse a meditar, pero realmente no es necesario que la práctica de la meditación tenga una alta duración. Estudios como el llevado a cabo por Tang, Y. et al [4] sugieren que 20 minutos diarios de meditación tienen un impacto significativo en la atención, la autorregulación y la disminución en la producción de cortisol. También la plataforma digital Headspace ha adelantado investigaciones al respecto. Economides, M. et al., señalan que solo 10 días seguidos del programa son suficientes para reducir el estrés en un 14% [7]. 

Como se puede observar, vale la pena rebatir estas tres creencias. Comprender de dónde nacen estas (y muchas otras) y cómo se corresponden (o no) con los efectos de la práctica de la meditación, pueden ser fundamentales para que las personas no solo se acerquen a estas técnicas sino que persistan en su práctica. Lo importante es intentarlo: por mi parte, con esta búsqueda, logré ampliar mi conocimiento sobre la meditación. Quedo con la tarea de persistir en la práctica; esta es definitivamente la mejor manera de seguir aprendiendo.

Bibliografía.

[1] H. Ashish Jindal et al (2021) Global change in interest toward yoga for mental health ailments during coronavirus disease-19 pandemic: A google trend analysis. International Journey of Yoga. 14, 2, 09-118. DOI: 10.4103/ijoy.IJOY_82_20

[2] Tang, Y., Hölzel, K., Posner, M., I. (2015). Mindfulness Meditation and Behavior Change. Nature Reviews | Neuroscience , 16, 213–225. DOI:10.1038/nrn3916.

[3] Tang, Y.-Y., Ma, Y., Wang, J., Fan, Y., Feng, S., Lu, Q., Yu, Q., Sui, D., Rothbart, M. K., Fan, M., & Posner, M. I. (2007). Short-term meditation training improves attention and self-regulation. Proceedings of the National Academy of Sciences, 104(43), 17152–17156. https://doi.org/10.1073/pnas.0707678104

[4] Brewer, J. A., Worhunsky, P. D., Gray, J. R., Tang, Y.-Y., Weber, J., & Kober, H. (2011). Meditation experience is associated with differences in default mode network activity and connectivity. Proceedings of the National Academy of Sciences, 108(50), 20254–20259. https://doi.org/10.1073/pnas.1112029108

[5] Marchand, W. R. (2014). Neural mechanisms of mindfulness and meditation: Evidence from neuroimaging studies. World Journal of Radiology, 6(7), 471. https://doi.org/10.4329/wjr.v6.i7.471

[6] Weng, H. Y., Fox, A. S., Shackman, A. J., Stodola, D. E., Caldwell, J. Z., Olson, M. C., Rogers, G. M., & Davidson, R. J. (2013). Compassion Training Alters Altruism and Neural Responses to Suffering. Psychological Science, 24(7), 1171–1180. https://doi.org/10.1177/0956797612469537

[7] Economides, M., Martman, J., Bell, M.J. et al. (2018) Improvements in Stress, Affect, and Irritability Following Brief Use of a Mindfulness-based Smartphone App: A Randomized Controlled Trial. Mindfulness 9, 1584–1593. DOI: 10.1007/s12671-018-0905-4.

 

Vacío e intervalo

Autora: Renata Serna Hosie, Directora de Metodologías de la Fundación Prolongar

 

Al igual que el silencio alberga todas las voces del tiempo,
el vacío guarda la energía de todas las formas.
Maria Eugenia Manrique, 2018

 

Hace un tiempo largo conocí el peso y la necesidad de la pausa: el espacio de tiempo para digerir y que la experiencia me revele. Aquello que está entre y que me permite reubicarme dentro de mí misma y estar conectada con mi experiencia.

Quisiera que el vacío abarcara más espacio dentro de mí. Darle un lugar imperativo a la pausa. Ocupar el espacio del potencial sin saber de antemano. Poder anidar y tomar partido sin tomarlo.

Recuerdo que hace un tiempo largo bailamos movidos por un texto de la filósofa Chantall Maillard (2011):

“(…) durante esos periodos intermedios que permiten la decantación de las experiencias. Los intervalos son tan importantes para construir el trayecto, como los fundidos en negro y las digresiones en las narraciones cinematográficas. Son las pausas que permiten asimilar los hechos entre plano y plano, y son todo aquello que aparentemente superfluo o irrelevante para la acción contribuye, no obstante, a crear la atmósfera sin la cual el relato no tendría sentido.”

Solo cuando lo viví desde el cuerpo comprendí el vacío como potencial: un espacio para acoger y no para rellenar. Recordándome a través del texto y del baile reconozco mi inclinación por aquello que sugiere y enuncia sin ser expuesto del todo y por los espacios de silencio y recogimiento. Una necesidad que con el paso del tiempo se manifiesta de manera más imperativa que opcional.

Al revisar el tema no me sorprende comprender la percepción nihilista que desde occidente ha tenido el vacío: un lugar de carencia, de nada, de pérdida y desolación. Quizá tenga que ver con lo que menciona Maria Eugenia Manrique (2017) como el “excesivo mérito que se otorga al materialismo, al individualismo, a la productividad y a la competitividad, valores que son considerados imprescindibles” y que en parte llevan a rechazar cualquier tipo de vacío. En contraste, desde ciertas filosofías como la taoísta, el vacío representa una oportunidad para experimentarnos de manera única e ir al encuentro de nuestras propias capacidades humanas. El vacío es ese espacio donde reside el potencial.

Mi trabajo en la Fundación Prolongar me ha ido mostrando el lugar principal y significativo que tienen el silencio, el intervalo y el vacío.

Justamente, la última etapa del proyecto Arte para Reconstruir, Fase I, consistió en una experiencia museográfica que llamamos Encuentros Improbables. Como estrategia y recurso para contar, movilizar y sensibilizar a los visitantes, construimos páneles en medio del recorrido que invitaban a detenerse. Casi de modo imperativo, invitaban a hacer una pausa. Un espacio para respirar de modo consciente y así acallar la mente:

 

 

La repetición de estos páneles en la muestra museográfica, son un intento por llevar al visitante a que asimile y decante lo que está experimentando y para que tenga la oportunidad de construir una respuesta desde su sentir; observar lo que la propia experiencia le revela. Buscamos que la exposición movilizara al visitante, lo atravesara, lo permeara y no lo dejara intacto. Para eso fue preciso comprender que es en los intervalos cuando la información cobra sentido, se hace propia y reveladora.

Margarita Schultz (2016) plantea que vivimos en “tiempos y espacios atiborrados: todo se cubre y se sonoriza”. Me remueve e inquieta pensar que la hiperestimulación lleva a una disminución de la agudeza de la percepción y acaso también a una indiferencia por el entorno. Como mecanismo de defensa, quizá, inconsciente, la cantidad de estímulos genera una imposibilidad de compenetración con la presencia, una suerte de anestesia (Schultz, 2016). Además, percibo que la cantidad de estímulos, sumado al ritmo acelerado que llevamos, nos conduce a movernos y a responder de manera automática, a usar palabras indistintamente o a repetirnos. Una repetición que, en vez de profundizar, estanca y bloquea. 

Por último, además del ejemplo de la exposición, quisiera resaltar que en los talleres que hacemos en Prolongar, continuamente invitamos a que las personas se conecten con ese lugar propio, íntimo y apreciativo del vacío o el silencio. O, si les es ajeno, invitamos a que lo habiten poco a poco y lo doten de significado. Dar y crear espacio internamente para que pueda emerger algo nuevo; ahí, en una nueva respuesta, un nuevo pensamiento, sentimiento o en una nueva posibilidad de acción, reside el potencial. Este es, también, un camino para romper los patrones y ciclos de violencia. Salir del automático y descondenarnosde las únicas versiones e identidades–.

 

Referencias y bibliografía

Manrique, Maria Eugenia. (2017) Arte, naturaleza y espiritualidad. Evocaciones taoístas. Editorial Kairós.

Schultz, Margarita. (2016) Sentido de la pausa y respuesta del arte. Universidad de Chile, Revista de Filosofía.

Maillard, Chantal. (2011). Bélgica, Editorial Pre-Textos, 2011.

Acoger la pandemia día a día: cómo construir una rutina para las mañanas

 

Autor y fotografías: Federico Mejía, politólogo, antropólogo y consultor en monitoreo y evaluación de la Fundación Prolongar

Las rutinas para las mañanas nos abren la puerta a reconocer y potencializar lo que es positivo en nosotros

Tras haber explorado LA NO ACCIÓN y la importancia de los RITUALES VIRTUALES en entradas anteriores, esta vez queremos compartir reflexiones y recomendaciones que consideramos esenciales a la hora de crear una rutina para comenzar el día y que sabemos son útiles para asumir los desafíos en torno a la salud mental y física que implica la cuarentena. En las actuales circunstancias de encierro, para muchas personas se vuelve cada vez más complicado enfocar la mente y mantener un balance o equilibrio emocional. Como dicel el Dr. Adrian Bardon, filosofo especializado en la temporalidad, “toda esta situación mata nuestra concentración”. 

En respuesta a este problema, las rutinas para las mañanas nos abren la puerta a reconocer y potencializar lo que es positivo en nosotros. Estas consisten en una serie de acciones, movimientos y/o pensamientos que se hacen en determinado orden y al comienzo del día para encontrar nuevas maneras de relacionarse con uno mismo, con los otros y con el entorno. Es un camino para resignificar las energías creativas propias y transformar los patrones instaurados en nuestro cuerpo que permiten la expresión libre. 

Existen múltiples prácticas o rutinas posibles

Si bien cada día hay un mayor consenso sobre los beneficios de las prácticas que involucran el cuidado del cuerpo, muchas de las rutinas que intentamos practicar no se adaptan a nuestras necesidades. En ocasiones esto sucede porque las rutinas preestablecidas del Yoga o de la meditación –por mencionar algunas opciones recurrentes en internet–, pueden no reconocer el cuerpo de forma integral, con sus complejas dimensiones emocionales, racionales y sensibles. 

Es pertinente comprender que existen muchas posibles rutinas y prácticas, y podemos ser flexibles frente a las necesidades y disposiciones que tenemos cada día. Por ello, para aprovechar al máximo el potencial que tiene una rutina para comenzar el día, es preciso observar que no todas las personas deben realizar los mismos ejercicios porque no todas quieren o necesitan lo mismo. Sabemos que esa flexibilidad puede resultar confusa, ya que nos deja en un lugar de muchas posibilidades, ¿por dónde comienzo?, ¿qué elijo? 

Lectura inicial: cómo estoy y qué necesito

Un primer paso puede ser preguntarnos qué nos pide nuestro cuerpo físico, emocional y mental. Para esto es importante abrir el espacio interno, escuchar nuestros pensamientos o sentimientos, y comprender qué podemos o queremos darnos. 

Por ejemplo, cuando la mente está dispersa y nos cuesta concentrarnos, puede ser valioso realizar una práctica de tipo meditativo, enfocando la atención en relajarnos. Cuando necesitamos activarnos corporalmente para comenzar el día con mucha energía, puede ser mejor involucrar el movimiento de los pies y los brazos, saltar e incluso bailar. Si recién nos levantamos, algunos estiramientos suaves del cuello, de la espalda y de los brazos por encima de la cabeza son una muy buena forma de hacer una descarga inicial de energía.

Una lectura inicial puede consistir en descubrir un solo movimiento o pensamiento al cual se puede ir en profundidad

No es necesario apresurarse. La gracia también consiste en dar el tiempo necesario para descubrir lugares y sentimientos que de pronto están ocultos. Tampoco es necesario creer que debemos realizar muchos movimientos o secuencias. En este tipo de prácticas, por sus fines, a veces “menos es más”. Una lectura inicial puede consistir en descubrir un solo movimiento o pensamiento al cual se puede ir en profundidad.

En últimas, la rutina para la mañana no encuentra sentido en los grandes o múltiples movimientos, sino en las sensaciones, pensamientos y contactos –con el suelo, el aire, la naturaleza– en los que nos podemos comenzar a fijar y que posibilitan una forma diferente de relacionarnos con nosotros(as) mismos(as) y con el cuerpo. Es una forma de enfocar la energía en lo que realmente queremos darnos, tanto porque le prestamos plena atención, como porque en ese momento tenemos la disposición y la apertura a descubrirlo. 

Así, cuando una rutina tiene sentido para cada persona, es cuando tiene la posibilidad de permear el día. Una de las razones por las cuales nos cuesta trabajo realizar las rutinas en la mañana es porque no es fácil ver los efectos inmediatos. Sin embargo, lo especial es sentir cómo esta práctica puede tener un efecto más adelante en el día, especialmente en momentos de estrés o confusión.

La conexión con la respiración

Un segundo elemento, el cual puede ser común a toda rutina y tipos de prácticas, es la atención que le ponemos a la respiración. La consciencia sobre cómo estamos respirando es un potencial paso para observarnos y comprendernos emocional y corporalmente. Es posible comenzar cualquier rutina con algunas respiraciones profundas. Se le puede poner atención al aire que entra y sale, y al recorrido que hace adentro. La calidad del aire, la temperatura o la velocidad de la respiración son otros elementos valiosos a considerar. 

Es verdad que al comienzo puede ser retador. Sin embargo, a medida que lo incorporamos y le damos un momento en nuestra rutina, la respiración se puede convertir en el pilar para realizarla. En una siguiente publicación seremos más específicos sobre la conexión con la respiración.

El valor también emerge en la rutina

Finalmente, puede ser necesario tener en cuenta que los beneficios de este tipo de prácticas se ven en la repetición, es decir, en implementar efectivamente la rutina de forma sostenida. A veces, nuestro afán por obtener resultados puede quizás ser un obstáculo para continuar. Por ello vale la pena recordar que hay procesos que requieren ser nutridos con nuestro cuidado y tiempo.

A diferencia de muchas actividades o acciones que llevamos a cabo usualmente, en las rutinas para la mañana no se busca ganar algo a futuro. La satisfacción consiste en apreciar ese momento que nos estamos dando y que nos permite situarnos en el presente. Desde allí es desde donde se puede encontrar la posibilidad de entender y asimilar nuestros días de una forma distinta y ver su efectos en otros momentos de nuestra cotidianidad.

 

Wu Wei o la no acción

Autora: Renata Serna Hosie, Directora de Metodologías de la Fundación Prolongar

 

Thoreau dijo
“Afectar la cualidad del día: esa es la mayor de las artes”

Cada cierto tiempo me aseguro de recordar el concepto de Wu Wei para recordarme a mí misma que puedo permitir que las cosas sean y se desplieguen en su propia forma. Al evocarlo me permito disminuir el esfuerzo en las acciones que realizo, desde las más pequeñas hasta las más grandes. Lo recuerdo en mi vida cotidiana y lo recuerdo en los talleres que realizamos en la Fundación Prolongar

El concepto de Wu Wei, que significa no hacer, representa uno de los principios más importantes en la filosofía taoísta. No hace referencia a un estado de inactividad o estancamiento y no implica prescindir de la voluntad ni de la actividad mental. Más bien al contrario: cultivar la no acción es un gran reto, ¿quizá una paradoja?, la del esfuerzo sin esfuerzo. Wu Wei significa actuar desde un lugar de quietud, detenerse para contemplar, estar presentes en la práctica de una manera que permita sentir sin analizar. 

Cuando lo recuerdo en mi práctica diaria, por lo general, inicio acallándome;
busco estar a gusto y cómoda y me aseguro de no estar esforzándome; por ejemplo, recorro los músculos que sostienen los hombros y conectan la cabeza, y si estoy tumbada en el suelo, hago un micro-movimiento del hombro hacia el cielo que finalice recostando toda la pared de mi escápula de nuevo en el suelo; reconfirmo que no haya tejido muscular suspendido ni haciendo un esfuerzo innecesario; también reconozco lo que está presente en mí, lo que se mueve y emerge sin ninguna intención; me observo por dentro, mi anatomía; me gusta imaginar que me vacío y suelto: ningún lugar al que llegar, pero sé, también, que algo más ocurrirá.
Quizá, el espacio de mi práctica me gusta tanto porque no tengo que aplicar ninguna fórmula.

Puede no resultar sencillo comprender la dicha y el sabor de la no acción, pues en nuestra cultura occidental le concedemos un gran valor a la acción y al progreso:

“La necesidad de ser productivos manteniendo un único enfoque sobre los objetivos implica que el hacer predomine sobre el ser, el anhelo sobre la voluntad, la complejidad sobre la sencillez, el artificio sobre lo natural, que el análisis sustituya a la reflexión y la intuición se vea condicionada por la intención que condiciona la acción” ( Manrique, M. E).

Mientras que, en la filosofía de Wu Wei, cuando el ser prevalece sobre el hacer, se experimenta el sosiego de la mente, se agudiza la capacidad de atención y esto abre la posibilidad de actuar desde la consciencia plena.

Precisamente es la atención uno de los procesos –psicológicos- más importantes en los talleres que realizamos en Prolongar. Agudizar y ampliar la capacidad de atención, de foco, significa aprender a percibir qué hago y cómo hago lo que hago. Solo así podemos extender el repertorio de opciones para elegir (elegir aquello que se acerca más a lo que realmente quiero o necesito). La atención nos permite ser observadores de nuestra experiencia y cuando aumentamos la conciencia del propio cuerpo, podemos estimular el cerebro y acceder a la capacidad de transformación y de ser creativos. Alejandro Convers, educador somático en Colombia, dice que “la atención es el cimiento de la presencia” .

Recordar el concepto de Wu Wei en el trabajo que hacemos en Prolongar nos prepara para una de las grandes búsquedas del proceso: la reconciliación con la propia historia de vida. Dejar de resistir, soltar tensiones acumuladas en los tejidos del cuerpo, abandonar el deseo de cambiar lo que fue o aprender a pensarnos desde múltiples y cambiantes identidades. 

El trabajo que realizamos en la fundación no le apunta a cambiar, en el corto plazo, algunas dificultades materiales que enfrentan las personas participantes. No les garantizamos una vivienda, un seguro de salud o una comida diaria. Pero entonces, como nos preguntaba Doralba en el proyecto pasado, “¿Y esto para qué sirve?”

 Acallar por dentro, ser conscientes del aire que entra y sale, notar la disposición y las tensiones en el cuerpo, reconocer cómo estamos en el momento sin querer cambiar, no pretende llevar a que veamos que las cosas van muy bien y que todo está perfecto, sino más bien a sostener el momento presente con todo lo que ya es. Honrar la propia historia de vida y el archivo de memoria que somos. El trabajo de auto-indagación y de observación que planteo desde mi experiencia del Wu Wei y que es casi siempre un trabajo de raíz y tiene la cualidad de lo invisible, no empuja el cambio, más bien permite que este emerja por sí mismo, en tiempos casi siempre insospechados. Ese es el esfuerzo sin esfuerzo: sucede cuando la acción se realiza por sí sola.

Desde el principio de Wu Wei no se fuerza nada, la ejecución de la acción se despliega más allá de toda técnica, de todo pensamiento. Quizá haya sentido alguna vez el cansancio particular que resulta de imaginar, anhelar, especular, que las cosas sucedan de una manera específica o diferente a lo que está siendo. Yo sí, y quizá en parte por eso es que cada cierto tiempo me aseguro de recordarme a mí misma que puedo eliminar el esfuerzo innecesario y utilizar con mayor eficiencia la energía que invierto. Permitir que las cosas sean y se desplieguen en su propia forma me abre espacio internamente y suaviza mi manera de estar.

 

Referencias:

Manrique Maria Eugenia. Arte, naturaleza y espiritualidad. Evocaciones taoístas. Editorial Kairós, 2017. 

Kabat-Zinn. Mindfulness en la vida cotidiana. Paidós. 2009.

Convers Alejandro. Principios de las Somática, 2019. 

El Kintsugi, su poder de transformación y algunos versos

Autora: María Paula Alzate Afanador, gestora cultural y coordinadora de proyectos Fundación Prolongar 

A los sobrevivientes de minas antipersonal

Son ellos quienes me han enseñado
que el cuerpo es un mapa,
y en su croquis, dignifican, sobreviven.

Son sobrevivientes de una tierra
que jamás quiso hacerles daño,
y por el azar en sus pasos,
emprendieron un viaje,
dieron vueltas por el aire,
para retornar así, incompletos.

En sus miradas hay perdón y esperanza
porque son hijos de las segundas oportunidades.
En algunos, el arrepentimiento los fortalece,
en otros, el honor reafirma su existencia,
y en aquellos, prima el verde, su simpleza, la clemencia,
y en sus ojos, la justicia.

Soy testigo del oro que hoy cubre sus cicatrices.
Esta vez, dan uno y con el otro, el siguiente paso, sin azar,
con esfuerzo para convivir,
disfrutar del mismo aire,
y reconciliarse bajo la inmensa certeza de que somos humanos.

 

En 2018, la Fundación Prolongar me invitó a ser parte de un sueño y sin duda, logró seducirme con uno de los retos profesionales que más satisfacciones me ha dejado en mi vida: coordinar entre marzo y noviembre del mismo año, el proyecto Fortalecimiento de la reconciliación y la convivencia a través de una muestra museográfica en torno a las minas antipersonal y los remanentes explosivos de guerra en Florencia, Caquetá, ganador de la II Convocatoria del Fondo Vivir la Paz, implementado por la Agencia de Cooperación Alemana GIZ. Me embarqué entonces en un viaje de ocho meses en el que me permití vivir múltiples transformaciones.

El Caquetá es el tercer departamento más afectado por minas antipersonal en Colombia (Centro Nacional de Memoria Histórica y Fundación Prolongar (2017), La guerra escondida. Minas antipersonal y remanentes explosivos en Colombia, CNMH, Bogotá) y, por tanto, las víctimas de este hecho, han generado relaciones basadas en el rencor, la desconfianza y el miedo. Este proyecto le apostó a  transformar por medio del arte, comportamientos y prejuicios hacia el otro y fortalecer lazos de convivencia y reconciliación en tres poblaciones consideradas opuestas en las lógicas de la guerra y que han sido víctimas de las minas antipersonal: integrantes de la Fuerza Pública, civiles y personas en proceso de reintegración

Kintusgi

Fotógrafo: Diego Zamora
Pieza rota y a punto de ser reparada
a través de la técnica japonesa del Kintsugi

El trabajo con las tres poblaciones durante los talleres fue un proceso conmovedor, en el que logramos consolidar una muestra museográfica itinerante llamada “Encuentros que Reconcilian” con más de 50 sobrevivientes de minas antipersonal y en el que fui testigo de su transformación. Los primeros viajes a Florencia fueron duros: duele enfrentarse a la realidad del país desde las diferentes perspectivas que ofrece el territorio y los grupos de los participantes, pero también produce satisfacción porque reitera con alegría que existen entidades en Colombia como la Fundación Prolongar, que le apuestan a la paz, desde el cuidado y el respeto hacia la diferencia. Pertenecer a una de ellas me motiva todos los días y me llena de orgullo. 

Llevar a un plano metafórico la reconciliación y la convivencia resulta retador: la metáfora significa no conformarse con cualquier expresión; ella cumple su misión cuando amplía el conocimiento, pues obliga a que una palabra vaya más allá de su significado y aporta un valor estético al sensibilizar a quien contempla una obra, lee un poema o escucha unas notas musicales.

Inspirados en la filosofía y metáfora japonesa del Kintsugi (“remiendo de oro” en español), los sobrevivientes demostraron que la reconciliación es un trabajo de todos que conlleva un paso a paso; un proceso en el que cada quien es dueño de su tiempo y de sus decisiones. A través del uso de esta metáfora reflexionaron alrededor de sus cicatrices tanto individuales como comunitarias e identificaron la importancia del pegamento dorado como un elemento bello que nos une y reconcilia a cada uno con nosotros mismos y con el otro. Al juntar las piezas rotas de los recipientes quebrados, no hubo distinciones, por el contrario, reconstruyeron lo que estaba fragmentado, dándole un nuevo valor, y al terminar, me incluyo, nos volvimos más humanos. Me di cuenta de cuán prejuiciosa había sido (todavía puedo llegar a serlo, pero cuando soy consciente de ello, intento ponerme en los zapatos del otro) y de la importancia de trabajar todos los días para acoger las transformaciones como oportunidades de vida. 

Es esencial entender que un proyecto integral requiere de un equipo dispuesto a transformarse: independientemente del cargo que ocupemos, nos hace grandes reconocer que si el propósito es transformar vidas, se debe comenzar por la propia y que el trabajo no se resume en llevar a cabo unas funciones y cumplir un rol, sino en darle un sentido a lo que hacemos desde nuestro quehacer y el de nuestros compañeros. Es un proceso y esta, una invitación a que nos permitamos ser tocados por los proyectos de los que hacemos parte.

Recuerdo que en una de nuestras primeras reuniones de equipo, alguien dijo que debíamos partir de la premisa de que todos estábamos rotos. A mí me llamó la atención que en un ambiente laboral nos atreviéramos a hablar de algo tan personal y pensé que rota no estaría yo. ¿Por qué? si tengo una vida tranquila, un pasado resuelto y un futuro prometedor. De verdad, ¿yo?, ¿rota?

Con el paso de los viajes a Florencia, el compartir miradas de arrepentimiento, perdón y esperanza, abrazos y sonrisas con los participantes (también nudos en la garganta e inmensas ganas de llorar), me di cuenta de que mi cuerpo también era un mapa lleno de imperfecciones; no tenía un pasado resuelto, sino más bien heridas, algunas superficiales y otras muy hondas, y que reconocerlas como tal me hacía más libre. Me di cuenta entonces de que el futuro no es prometedor, simplemente es una asociación necesaria al tiempo para tener control sobre él, y que en el presente tenía mucho por conciliar conmigo misma, cicatrices que podría cubrir con oro si yo quería. Le agradezco enormemente a este proyecto por haberme dado alas para hacer un alto en el camino, respirar e intentar hacer cualquier acción con un sentido. 

Han pasado dos años y muchas de las herramientas que me permití vivir en estos talleres me han servido para resolver situaciones que se me han presentado desde entonces, como la pérdida de un ser querido, las discusiones en pareja, la relación con los compañeros de trabajo y, sobre todo, la vida conmigo misma. En ese camino he descubierto que sí es posible sanar, que las transformaciones se potencializan cuando alrededor de ellas hay cargas simbólicas que las fortalecen, que la metáfora que evoca el Kintsugi puede abordarse desde diferentes escenarios del arte, como la poesía, la música, la pintura y hasta la culinaria y que no está allá lejos en el Japón como una práctica milenaria.

CALEIDOSCOPIO: el blog sobre la creatividad estratégica para el cambio social

Autora: María Elisa Pinto García – Directora Ejecutiva Fundación Prolongar

Comenzamos el 2020 lanzando el blog Caleidoscopio, un espacio de reflexión sobre nuestro trabajo a través de lenguajes artísticos y de comunicación para lograr transformaciones sostenibles e integrales a nivel individual, interpersonal y grupal. El Caleidoscopio se alimentará de historias de transformación que fortalecen día a día nuestra vocación de servicio y entrega; de aprendizajes, retos, dilemas y satisfacciones que germinan en nuestro trabajo; y de reflexiones que suscita la coyuntura nacional e internacional en donde buscamos aportar y compartir. 

Quisimos comenzar este proceso de reflexión haciendo un balance de 2019, un año de logros alcanzados, cambios importantes dentro de nuestra organización y grandes alianzas. Durante el 2019, en el marco del proyecto Arte para Reconstruir financiado por USAID, y otras iniciativas desarrolladas en alianza con Tell, el Ministerio de Educación Nacional y la Alta Consejería para las Víctimas de Bogotá, logramos llegar a 736 personas, incluyendo 120 niños, niñas y adolescentes, 31 víctimas adultas del conflicto armado, 23 veteranos retirados de la Fuerza Pública y 6 personas en proceso de reintegración, y 556 visitantes de la exposición “Encuentros Improbables”. Trabajamos en diferentes ciudades del país como Bogotá, Medellín, Popayán, Quibdó, Santa Marta y Tuluá.

Por otro lado, lanzamos nuestra nueva página web en inglés y español, así como la línea Amalgama que recoge la técnica y metáfora del Kintsugi y la trae a la cultura colombiana para promover la transformación y reparar las fracturas en diversas poblaciones y contextos. En lugar de tratar de ocultar los defectos y las grietas, o quedarnos anclados en lo que no funciona o hace falta, concebimos que la fractura tiene una perspectiva de oportunidad y aprendizaje. Como una amalgama, buscamos la conexión de elementos que en un principio pueden ser de naturaleza contraria o distinta. 

En el marco de la línea Amalgama para Equipos de Trabajo tuvimos la oportunidad de trabajar con los equipos de IDARTES, Museo Casa de la Memoria de Medellín, COMFAMA, Parque Jaime Duque y líderes de algunas organizaciones del Caribe, en alianza con Azaí Consultores. En la línea Amalgama para la Vida, en donde adelantamos talleres abiertos al público para el desarrollo personal, estuvimos participando en los seminarios “Cultura & Arte Para la Transformación Social” en Bogotá y “Por un País Reconciliado” en Medellín, además de llevar a cabo un taller de Kintsugi con nuestro aliado Casa Let. En este sentido, la línea Amalgama ha buscado aportar desde diferentes aristas, sectores y poblaciones a la construcción de paz y la transformación.

“Uno de los objetivos centrales de la Fundación es crear puentes entre el arte y la política pública, así como participar en las discusiones centrales que está teniendo Colombia en el posacuerdo”

Fotógrafo: Federico Mejía

Por otro lado, uno de los objetivos centrales de la Fundación es crear puentes entre el arte y la política pública, así como participar en las discusiones centrales que está teniendo Colombia en el posacuerdo. Por ello, nos vinculamos desde el 2018 a la Mesa Técnica de Discapacidad de la Comisión de la Verdad, en donde buscamos aportar a la construcción del informe final desde nuestro trabajo con víctimas de minas antipersonal y el arte como vehículo de resistencia, verdad y memoria. Adicionalmente, a través del artículo “21N: Lecturas Imprescindibles” sugerimos algunos autores que pueden dar luces en el marco del paro nacional que vive el país desde noviembre pasado. 

Quisiera terminar nombrando dos escenarios internacionales en los que participamos, y con los cuales logramos ampliar nuestro horizonte de trabajo en el futuro. El primero de ellos fue un intercambio de experiencias que tuvo lugar en Irlanda del Norte, región que vivió un conflicto armado de casi 30 años que finalizó con la firma del “Acuerdo de Viernes Santo” en 1998. El intercambio reunió iniciativas de tres ciudades resilientes (Medellín, Cali y Belfast) y nos permitió entender desde la experiencia de Irlanda del Norte la  enorme relevancia que tienen los procesos de acompañamiento psicosocial y la transformación de la violencia cultural después de la firma de un acuerdo de paz. 20 años después, la región presenta uno de los índices de suicidio más altos de Europa y otros problemas graves de salud mental. Fortalecimos así nuestra convicción de seguir trabajando en esta área no solo en Colombia, sino en otras partes del mundo. 

“Una práctica y metáfora milenaria se ha adaptado al contexto colombiano para conectar y reconciliar una sociedad tan fragmentada como la nuestra”

El segundo espacio fue el “Bote de la Paz” (Peace Boat en inglés), una de las ONG más importantes de Japón cuyo equipo nos invitó a dar dos conferencias en el trayecto Jamaica – Colombia sobre el conflicto armado, el proceso de paz colombiano y las contribuciones de nuestra Fundación durante estos años. También adelantamos un taller de Kintsugi que tuvo gran éxito y que por primera vez nos permitió mostrarle a los japoneses cómo una práctica y metáfora milenaria se ha adaptado al contexto colombiano para conectar y reconciliar una sociedad tan fragmentada como la nuestra. 

Esperamos que este caleidoscopio se nutra no solo de nuestros artículos y reflexiones, sino también de sus comentarios, sugerencias y aportes. Su lectura y retroalimentación serán muy valiosos para nuestro equipo pero especialmente, para aquellas personas que protagonizan nuestro quehacer.